"Me encanta escribir y creo que tengo talento. Cuando me pongo a ello logro crear unos textos que a mí misma me conmueven, y cuando me animo a enseñarlos a otras personas, a ellos también. Creo que lo hago bien y disfruto con ello ¡Debería escribir un libro! Tengo algunas ideas muy buenas y seguro que les saco partido. ¡Voy a empezar ya mismo!"
¿También te ha pasado?
Últimamente estoy abriendo la mente al mundo real de la escritura
y me he dado cuenta de lo ciega que estaba cuando era solo una afición para mí,
la cantidad de trabajo que hay detrás y del que yo no era consciente, y del
trompazo que me pegué al darme cuenta de que estaba escribiendo solo un
borrador.
Las primeras hojas en sucio
¿Recuerdas cómo te sentiste al poner en marcha un proyecto?
Si te pasó como a mí, seguro que creías que era perfecto, te sentiste espectacular,
brillante y magnífica. Yo estaba orgullosísima, había decidido escribir un
poemario porque estaba haciendo unas poesías muy bonitas y quería compartirlas
con el mundo. Se las enseñaba a mi amor y le encantaban, y yo feliz. Escribí
unas cuantas y las pasé a hojas de color amarillo para visualizar el futuro
libro y motivarme. ¡Aaaaaahh, qué satisfacción visual! Yo sabía que eran en
sucio, que había que darles algún repasillo pero me decía a mí misma: “Esto
está para maquetar y listo.”
Poco después me animé a pedir opiniones un poco más
profesionales, y no tenía ni idea de lo que se me venía encima.
Hablé con un par de personas y les envié algunos de mis
poemas favoritos con mucha ilusión. Y ellas, con toda su buena voluntad me
hicieron unas críticas de lo más constructivas que yo interpreté muy mal. No me
podía creer que dijeran que mis bebés no eran perfectos, que no tenían madera
para triunfar en el mercado editorial, ¡incluso parecía que eran “demasiado
azucarados”! ¡Por todos los dioses!
Me enfadé, me reboté y me rebelé, y no quise hablar con
estas personas en unos días. Me costó un paseo por el río darme cuenta de
cuánto me habían ayudado, pero igualmente me daba pena ver que mi proyecto no
era lo que yo esperaba y fue decepcionante.
El primer borrador
Pasé los siguientes meses observando el entorno y adentrándome
poco a poco en el mundillo Tuve una idea que me pareció muy buena, así que cogí
mi brújula y vomité mis pensamientos sobre el papel. Cuanto más escribía más
fluían las ideas, los personajes, las tramas, y me di cuenta de que ahí había “algo”.
Pero esta vez era diferente. Pedí una corrección a una persona de confianza,
abrí mi mente y acepté cada crítica porque yo sabía que este bebé no era
perfecto pero quería que lo fuese. He leído durante mucho tiempo en muchos
sitios que hay que aceptar que lo primero que escribes es solo el primer
borrador, que hay que darle mil vueltas antes de poder presentarlo a una
editorial o publicarlo. No quise aprender esta lección la primera vez que se me
expuso, pero es una realidad: estoy escribiendo un borrador.
Moraleja
Os cuento mi experiencia a los que, como yo, solo sois ojos
(de momento) en el mundo de la escritura. Tal vez tengáis aprendida ya la
lección pero para mí fue duro darme cuenta de cómo funciona el mundo, de que no
vale con sentarse a escribir “una cosa muy chula”, regarla un poco y esperar
que le salgan flores gigantes… no. Ahora que estoy metida de lleno en esto, veo
que solo he visto la punta del iceberg y lo que me ayuda a crecer es la
mentalidad de que no sé nada y tengo ante mí un universo de secretos por
descubrir. Si alguien que, como yo, está empezando me lee solo le diré dos cosas:
abre tu mente al aprendizaje y asume que a tus bebés les quedan muchas ropitas
que ponerles para llegar a ser perfectos. Las tres claves son: paciencia,
trabajo y gratitud.
Espero que hayas encontrado en mi historia una lección,
pasar un rato entretenido, o sentirte
identificado al recordar cuando te pasó algo similar. Sea lo que sea,
¡cuéntamelo!
Feliz fin de semana 💜
Me ha encantado leerte :) Creo que todos aquellos que damos el paso de escritor aficionado a escritor profesional cruzamos ese puente.
ResponderEliminarComo dices, paciencia, trabajo y gratitud, que el camino es largo.
Sigamos caminando pasito a pasito :)
¡Un abrazo!
Efectivamente todos tenemos que aprender de nuestros errores, en los comienzos... y después. Aprender a sobrellevar nuestros pequeños o grandes fracasos es un paso fundamental para continuar caminando en nuestro proyecto o afición. Tú ya lo has hecho al superar tu frustración, tal como lo cuentas en la entrada.
ResponderEliminarÁnimo y un abrazo,
Joxemi